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Fotos de Ulceras Venosas
Es una lesión superficial que se extiende circunferencialmente y profundiza, que se la denomina úlcera venosa. Las lesiones de este tipo que se presentan en las piernas no son todas venosas o varicosas. Si bien éstas son las más frecuentes, se reconocen otras causas por ejemplo arteriales, neurológicas, traumáticas, etc. Cada una tiene su tratamiento específico, de aquí la importancia de la consulta precoz para establecer el correcto tratamiento y controlar su evolución. Las úlceras implican un impacto en la calidad de vida, motivo por el cual pueden ser causa de autoexclusión social y estar asociadas a cuadros de depresión y de mala alimentación. Esta patología tiene tendencia a la recidiva, por lo que se necesitarán controles regulares y tratamientos de sostén.
Por úlcera en general se entiende la solución de continuidad (disolución de la continuidad de un tejido) con pérdida de sustancia debida a un proceso necrótico (necrosis: mortificación, muerte o pérdida de la vitalidad de un tejido del organismo, por Ej., por falta de irrigación sanguínea), de escasa o nula tendencia a la cicatrización. Por úlcera venosa o varicosa, se entiende a la úlcera causada por un anormal o mal funcionamiento o daño del sistema venoso, que puede ser debido a múltiples factores. Las úlceras varicosas son llagas, heridas o lesiones que aparecen en la piel de las piernas o miembros inferiores. En la piel sana, que presentaba una superficie uniforme y continua, aparece una llaga, una herida llamada úlcera que reconoce diferentes estadios de desarrollo y variabilidad en cuanto a su extensión y profundidad, pudiendo presentarse como un cráter playo y superficial en la piel, o penetrar profundamente hasta alcanzar tejidos debajo de la piel como músculo y hueso.
Las úlceras varicosas o venosas se desarrollan cuando las venas de las piernas funcionan anormalmente o resultan dañadas por alguna causa que provoca su anormal funcionamiento. Trastornos o enfermedades que hagan que la sangre deje de fluir normalmente por las venas o se estanque en ellas, son causantes de úlceras venosas. Algunos de estos trastornos, que pueden reducir el normal fluir de la sangre y hacer que esta se estanque en las venas de las piernas, se pueden citar a la insuficiencia venosa crónica, las várices, la trombosis venosa profunda (se forma un coágulo o trombo dentro de la vena que impide el circular de la sangre) y traumatismos. Las venas tienen en su interior válvulas que al cerrarse impiden que la sangre circulante se estanque en ellas y pueda así proseguir su camino hacia arriba en dirección al corazón. El anormal funcionamiento de estas válvulas (incompetencia de las válvulas) aparece en los casos de várices (enfermedad venosa) y de la insuficiencia venosa crónica entre otros, condiciones que pueden llevar a la aparición de úlceras venosas.
La sangre se estanca en las venas, aumentando la presión dentro de la vena y produciendo la congestión e hinchazón de la misma. El estancamiento de la sangre y el consecuente aumento de la presión dentro de las venas y capilares (pequeños vasos sanguíneos que conectan las arterias y las venas), provoca la pérdida o fuga de fluidos desde las venas y vasos sanguíneos hacia el tejido circundante.
La hemoglobina de los glóbulos rojos se fuga hacia el espacio extravascular (hacia afuera de las venas y capilares) produciendo la coloración marrón-rojiza que aparece en la piel. La hinchazón de la zona y la presión interfieren e impiden la normal nutrición de los tejidos, que son normalmente nutridos por los capilares con oxigeno y otros nutrientes. Los tejidos son así dañados, mortificados como consecuencia de la falta de oxigeno y nutrientes y por la presión a la que se hallan expuestos. Aparece así la úlcera venosa como signo del daño y disolución de parte del tejido. La piel que rodea a la úlcera no recibe el oxigeno ni la vascularización normal que debería. Es así como la piel comienza a perder vitalidad y aparece la lastimadura de la úlcera, que no cicatriza debido a la situación de escasa vascularización y aporte de oxigeno.
El diagnóstico se realiza en base a la apariencia de la úlcera y los signos y síntomas. Como se explico mas arriba, las lesiones de este tipo que se presentan en las piernas no son todas venosas o varicosas. Si bien éstas son las más frecuentes, se reconocen otras causas por ejemplo arteriales, neurológicas, traumáticas, etc. Cada una tiene su tratamiento específico, de aquí la importancia de la consulta precoz para establecer el correcto diagnóstico, tratamiento y controlar su evolución.
Al principio puede aparecer una mancha roja en la piel, sin daño de la misma, que luego evoluciona y se ve como un raspón o ampolla reventada. En estas etapas se puede sentir dolor, picazón, ardor en la zona, cambios de sensibilidad como calor o frió y cambios en la consistencia normal de la piel y el tejido que se puede sentir mas dura o mas firme, etc. Estos cambios se aprecian mejor en comparación con partes sanas de la piel. El proceso sigue con la aparición de un cráter superficial en la piel, muchas veces de forma redonda o irregular y de profundidad variable según cada caso y su nivel de evolución. La úlcera es visible a simple vista ya que la capa mas externa o superficial de la piel se ha dañado, ha perdido su grosor y se ha afinado o ha muerto (necrosis de la piel), descamándose y dejando ver así los tejidos mas profundos (capas mas profundas de la piel y hasta músculos o el hueso en estados mas avanzados).
Si la causa de las úlceras venosas es la insuficiencia venosa crónica, las piernas se presentan hinchadas, y la piel endurecida y de color marrón rojizo oscuro (una condición llamada dermatitis por estasis venosa). La piel puede picar, y las úlceras ser muy dolorosas.
Usualmente puede infectarse la piel y tejidos alrededor de la úlcera venosa. Comúnmente la piel infectada es de color roja, cálida o caliente al tacto, hinchada y sensible. Las úlcera puede supurar pus y fluidos, sobretodo si la infección involucra a tejidos debajo de la piel, como los músculos.
Al principio, en su primera etapa, aparece un eritema color rojo o rojizo en la piel, y puede haber cambios en la sensibilidad de la piel, picazón, ardor, dolor y cambios de temperatura (frió o calor).
El segundo estadio se destaca por la aparición de un cráter superficial o playo en la piel como si fuese una ampolla reventada o un raspón y supone la pérdida del grosor de parte de la dermis, epidermis o ambas.
La piel se afina. En una tercera etapa de desarrollo, la úlcera se profundiza, la pérdida del grosor de la piel es total, el cráter antes superficial ahora deviene profundo, y conlleva el daño o necrosis del tejido subcutáneo.
El tejido adyacente o circundante puede o no ser dañado. En su etapa mas avanzada, la úlcera progresa presentándose la necrosis o muerte de los tejidos, pudiéndose dañar el tejido muscular, el hueso y estructuras de soporte como el cartílago y las cápsulas articulares.
Las úlceras son propensas a infectarse. Tratarse las úlceras baja la posibilidad y previene que se infecten. La úlceras infectadas pueden supurar pus, producir fiebre, y otros síntomas que serán tenidos en cuenta por el médico para diagnosticar una infección. Las úlceras infectadas no cicatrizan ni sanan. Es necesario controlar y tratar la infección para que puedan comenzar a sanar. Cuando hay una infección el médico podrá indicar la toma de antibióticos vía oral y/o endovenosa, antibióticos tópicos, y otras medidas que tendrán en cuenta el tipo de germen, la complejidad de la infección, antecedentes del paciente, alergias, etc. Hay casos donde se hace necesario drenar la zona.
El tratamiento será en función del tipo de úlcera que se diagnostique. Las lesiones o úlceras que se presentan en las piernas no son todas venosas o varicosas. Si bien éstas son las más frecuentes, se reconocen otras causas por ejemplo arteriales, neurológicas, traumáticas, etc. Cada una tiene su tratamiento específico, de aquí la importancia de la consulta precoz para establecer el correcto tratamiento y controlar su evolución.
De acuerdo a cada caso en particular, se realizarán estudios del sistema venoso y arterial, como por ejemplo un Ecodoppler Venoso de los miembros inferiores para evaluar el funcionamiento venoso y arterial, como así también para descartar otras patologías como por ejemplo una Trombosis venosa profunda (TVP) como causante de la congestión venosa. Se recomendará de esta manera, el tipo de tratamiento adecuado a cada caso en particular.
El principal objetivo del tratamiento de las úlceras venosas es reducir el edema o hinchazón y la presión en las venas. Además se evitará la infección y se podrá indicar el uso de dispositivos de compresión, como ser vendajes, medias especiales y hasta botas de bombeo o presoterapia. Al bajar el edema y la presión, la úlcera puede empezar a cicatrizar y curarse. A su vez, mantener bajo el edema y la presión en la venas es la forma de prevenir las úlceras. Se le indicarán determinadas actividades al paciente que tendrán como objetivo conseguir las metas antes nombradas. Si aparecen signos de infección el médico podrá indicar la toma de antibióticos vía oral y/o endovenosa, antibióticos tópicos, y otras medidas que tendrán en cuenta el tipo de germen, la complejidad de la infección, antecedentes del paciente, alergias, etc. Hay casos donde se hace necesario drenar la zona.
En el caso de las úlceras recalcitrantes (se llama asi a aquellas úlceras que no mejoran ni sanan con los tratamientos habituales), el tratamiento que se ha estudiado y ha mostrado ser de gran ayuda es el tratamiento ambulatorio con presión negativa intermitente. Este tratamiento complementario logra la disminución del dolor, la remisión y cierre de las úlceras. Se acompaña de otras medidas como terapia compresiva y deambulación. La utilización de antibióticos o analgésicos dependerá de lo necesario a cada caso en particular y es vital el tratamiento de la enfermedad venosa subyacente. La presión negativa es generada por una bomba de vacio. El tratamiento puede aplicarse inicialmente con mayor frecuencia (1 a 3 veces por semana) para luego reducir la frecuencia a 1 vez cada 15 días hasta la resolución total del cuadro.
Se denomina Úlcera de Marjolin a un tipo de cáncer o tumor cutáneo maligno, que se desarrolla en la piel crónicamente ulcerada, traumatizada, irritada o inflamada, como por ej. en las úlceras crónicas o recalcitrantes, en las cicatrices de quemaduras y en las zonas de irritación permanente. Es considerado un tumor agresivo con gran incidencia de metástasis regional. En estas lesiones crónicas, ocurre una transformación maligna de la piel, es decir, una degeneración maligna, y aparece el cáncer que más frecuentemente es el carcinoma de células escamosas. Según algunos autores, 1 de cada 300 úlceras crónicas serían la consecuencia de un cáncer. El tratamiento es quirúrgico y consiste en extipar totalmente la úlcera con amplios márgenes alrededor de la misma. Cuando el compromiso es mucho mayor y alcanza en gran grado a tejidos profundos, huesos, articulaciones, puede estar indicada la amputación del miembro afectado. Es muy importante la prevención, y por ello cuando se está ante úlceras que no responden a los tratamientos habituales, que duelen con intensidad, que estando en tratamiento comienzan crecer, o no cicatrizan, se debe realizar una biopsia de la lesión para poder establecer un diagnóstico e indicar el tratamiento adecuado precozmente.
La Ulcera de Martorell o de Martorell-Faber, debe su nombre a Fernando de Martorell, quien fuera su descubridor y quien la describiera en el año 1945. Esta úlcera de las piernas, es también conocida como “ Síndrome de Martorell”. Su etiología (causa) es la hipertensión arterial (aumento de la presión arterial). En la mayoría de los casos, lo que dispara el desarrollo de la Úlcera de Martorell, es un golpe o lesión anodina en la pierna. Una sus características, además de ser dolorosas, es que al aparecer en una de las piernas, en general lo hace acompañada de manchas pigmentadas en la pierna contraria, debidas a infartos en esas zonas de la piel, sobre las que más tarde pueden desarrollarse otras úlceras. Se la denomina también “úlcera isquémica hipertensiva”. El término “isquemia” hace referencia a las células que mueren o son dañadas por la falta de irrigación sanguínea y de aporte de oxigeno que les es necesario para vivir, con la consecuente pérdida de solución de continuidad en la piel de la pierna y aparición de la úlcera. La Ulcera de Martorell se acompaña de hipertensión arterial diastólica en el paciente de varios años de evolución. La hipertensión arterial se asocia a la vasoconstricción de las arterias (disminuye el calibre de las arterias) con la consiguiente reducción del flujo sanguíneo y el aporte de oxígeno a los tejidos. Las arteriolas se hipertrofian y comienzan a taponarse, con la reducción de su calibre. La contracción o constricción de las ateriolas (vasoconstricción) determina una resistencia al paso de la sangre por ellas, lo que se llama “presión arterial”.
Lo principal del tratamiento de la Ulcera de Martorell es atacar la causa de esta afección y por lo tanto su objetivo es el control de la hipertensión arterial. El principal tratamiento de primera elección es con prostaglandinas, específicamente con PGE1 (alprostadil-α-ciclodextrina), con la que se logra el cierre de la úlcera y la disminución del dolor. Las úlceras hipertensivas son resistentes al tratamiento local. En casos particulares puede estar indicada la simpatectomía lumbar acompañada de otros tratamientos complementarios (analgésicos, vasodilatadores, injertos de piel, etc). La simpatectomía lumbar tiene el objetivo de interrumpir las fibras nerviosas simpáticas responsables de los estímulos vasoconstrictores, para de esta manera permitir una mayor irrigación sanguínea. La duración de los efectos de este último tratamiento no son permanentes y presenta recidiva.
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Mediante el tratamiento se puede controlar el avance de la enfermedad de várices.